viernes, 6 de noviembre de 2009

A CABALLO EN URUGUAY

ENZO NOS CUENTA UNA HISTORIA SOBRE UN DÍA VIVIDO A CABALLO EN URUGUAY CUANDO TENÍA ONCE AÑOS.


Un día en la estancia en la que yo trabajaba con mi hermano quisieron hacer una tropa de ganado.
Había que levantarse a las cinco de la mañana porque el viaje era muy largo. Los que íbamos éramos los peones: mi primo Julio, mi hermano Joaquín, el petiso (pequeño) Merne, mi tío Cono y mi primo Ismael.
Teníamos que ir a caballo y había que llevar veinte vacas y diez caballos y dejarlas en San Jerónimo en el campo del patrón. Había que traer treinta vacas, quince terneras y algunos caballos. El campo estaba a muchos kilómetros de la estancia y salimos a las cinco de la mañana.
Llegamos a San Jerónimo a las doce de la mañana y teníamos que dejar el ganado que llevábamos y traer el que había. Salimos de San Jerónimo hacia la una hacia la estancia con toda la tropa de vacuno y la tropilla de caballos.
Paramos a mitad de camino para almorzar.
Nos comimos dos bocatas cada uno de chorizo de ternera.
Volvimos a seguir la marcha hacia la estancia. Una hora después aún nos quedaba mucho camino por delante. Una de las yeguas se nos extravió en el camino hacia la estancia y mi primo y mi tío fueron en busca de ella. Era muy importante que la encontraran porque si la Caminera (guardia civil) encontraba a la yegua antes que ellos, al patrón le ponían multa porque el animal podía causar un accidente.

Todo el resto de la tropa se quedo esperando a mi tío y mi primo que habían ido a por la yegua. Al cabo de un rato aparecieron y seguimos la marcha a la estancia con toda la tropa. Aún nos faltaban unos nueve o diez kilómetros. El ganado ya estaba muy cansado y decidimos parar uno rato. Después de treinta minutos volvimos a empezar el viaje a la estancia. El vacuno estaba muy nervioso porque tenían hambre y habían visto un campo de maíz. Mi tío y mis primos se hicieron a los lados de campo y mi hermano se fue delante. El petiso Merne, Ismael y yo nos quedamos atrás por si se da la vuelta algún animal o pasaba algo porque teníamos que cruzar la carretera. Estábamos a seis kilómetros de la estancia y entonces ya podíamos estar tranquilos de que no iba a pasar nada. El camino es todo recto y no hay que cruzar ninguna calzada ni atajos ni rios, sólo cabalgar hasta el final, porque al final del camino se encuentra la estancia del patrón.
Acabo de unas tres horas llegamos a la estancia del patrón, ya de noche. Dejamos el ganado en el maíz, las terneras en el piquete y las yeguas en el corral.
Fue un día maravilloso pero muy duro.

1 comentario: